Qué es Tiefenfenomenología II
- Viedma Ediciones
- 23 sept 2023
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22.09.2023
El programa de Viedma Ediciones surge de la urgencia de la situación actual del hombre y de la sociedad. En el pasado ha habido intentos de replantear el sentido de la filosofía. Recordemos dos de ellos:
1. René Descartes, nacido en la Haye, Touraine (Francia), falleció a los 53 años el 11 de febrero de 1596 en Estocolmo.
Descartes se propuso una reeducación de la mente reformando y simplificando los complicados principios de la escolástica, con la finalidad de darle a la ciencia un fundamento indiscutible. Sucedió así:
Durante una campaña militar Descartes se quedó aislado en la ciudad alemana de Mainz, donde se vio obligado a pasar el frío invierno. Al calor del brasero, Descartes compuso su famosa duda metódica. Repasando lo que había aprendido durante sus años de estudios, comprobó que ningún conocimiento podía ser considerado como absolutamente cierto. Ni siquiera podemos estar seguros de vivir en la realidad o estar soñando. Llevando al extremo su escepticismo afirmó: No puedo considerar nada como cierto. Es posible que esté ahora soñando. pero una cosa es indudable: mi existencia. Puesto que estoy pensando, es evidente que existo. Así nació la primera verdad que había de servir como el fundamento cartesiano de la filosofía y de la ciencia. “Pienso, luego existo”. Como en aquel tiempo la lengua de las personas cultas era el latín, Descartes escribió “cogito, ergo sum”.
2. Edmund Husserl, judío de nacionalidad austríaca, nacido el 8 de abril de 1859 en Prostejov, Moravia, fallecido a los 79 años el 27 de abril de 1938 em Friburgo de Brisgovia, Alemania.
Husserl intentó superar la especulación metafísica abstracta sustituyéndola por la investigación concreta, científica de los fenómenos.
Partía de su situación de judío perseguido y del vacío espiritual de la sociedad occidental. En su último escrito ¡La crisis de las ciencias europeas· Husserl formuló su preocupación: Al perder las religiones su importancia tradicional, el hombre quedaba desamparado ya que las ciencias no pueden responder a las preguntas básicas de la existencia.
Husserl inauguró la fenomenología que sirvió de base a las filosofías de la existencia de Heidegger y de Sartre. Pero Husserl no supo llenar el vacío que dejó la eliminación de la dimensión transcendental que definía la autocomprensión del ser humano.
Actualmente no se trata de una crisis interna de la filosofía o de las ciencias. Se trata de una crisis de la humanidad de dimensiones planetarias. La Tiefenfenomenología replantea el sentido del ser humano en la historia comenzando por la reconstrucción del sentido de la existencia individual.
El método tiefenfenomenológico consiste en atraversar la corteza de los fenómenos hasta llegar al núcleo que los une y que es idéntico con la naturaleza humana como tal.
El ser humano suele tejer una red de interpretaciones aparentemente coherentes para tapar la verdad. Ahora bien, mientras que esta actitud fue desvelada a nivel psicológico por pensadores como Sigmund Freud y C.G. Jung, la tiefenfenomenología avanza un paso hacia adelante más allá de lo psicológico-personal, destapando no solo la dimensión histórica y ontológica, sino proponiendo una corrección de la desviación.
En el primer volumen publicado en Viedma Ediciones con el título Tiefenfenomenología, se muestra la eficacia del método en la interpretación de épocas y obras históricas.
En la segunda fase que ahora iniciamos nos proponemos interpretar los temas fundamentales (tiefenfenómenos) de la vida del ser, de la historia y de la autocomprensión humana.
Primer paso: Aclaramos el postulado griego de la razón como característica de lo humano. Un postulado es algo que desearíamos, pero que no es. La razón no es un distintivo del ser humano. Este error de la filosofía griega que retomaron los filósofos germanos, especialmente Kant y Hegel, ya fue corregido por Pablo de Tarso cuando puso al descubierto la debilidad y la malicia humanas, p. e. en Romanos 7: Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.
El replanteamiento tiefenfenomenológico se separa de la hybris (desmesura) greco-germana y opta por la autenticidad paulina. En ella se encuentra también la posibilidad de un punto de partida positivo real. En lugar de un ente provisto de razón imbuido de ansia de poder, se descubre un ser humano con tendencia dinámica hacia la altura, hacia el bien y la belleza, pero siempre amenazado por la atracción del abismo. La causa de los desastres históricos individuales y colectivos es la composición contradictoria de la naturaleza humana: lo infinito espiritual en la finitud carnal. La tendencia hacia la vida y la felicidad y, simultáneamente, hacia la autodestrucción es constitutiva del ser humano. Esta opción por la positividad real está avalada por otra tradición tambien occidental, pero con gran sintonía por la visión oriental de la vida y del ser. Entre los exponentes de esta tradición cuyo descubrimiento fue determinante para el surgir de la tiefenfenomenología, recordamos a Jakob Böhme, Franz von Baader, Schelling, Juan de la Cruz. Teresa de Avila, Edith Stein.
El libro que inicia este proyecto de reinterpretar el ser y la historia de manera positiva pero real acaba de ser publicado en Viedma Ediciones con el título:
Anhelo. Tiefenfenomenología de la esperanza
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